Autorretrato de Henri Roger, 1895. Recogido del Encuentro de Arles 2008
Autorretrato de Henri Roger, 1895. Recogido del Encuentro de Arles 2008
La poesía es eufemismo –eludir el nombre cotidiano de las cosas, evitar que nuestra mente las tropiece por su vertiente habitual, gastada por el uso, y mediante un rodeo inesperado ponernos ante el dorso nunca visto del objeto de siempre. La nueva denominación lo recrea mágicamente, lo repristina y virginiza. ¡Delicia aún mayor que la de crear ésta de recrear! Porque la creación donde no había nada pone una cosa; pero en la recreación tenemos siempre dos: la nueva, que vemos nacer imprevista, y la vieja, que recobramos a su través. Operación endiablada. Rejuvenecimiento.
José Ortega y Gasset, «Góngora. 1627.1927». En el tomo IV de sus Obras completas.
Alberto Manguel intenta una respuesta:
Con azoramiento, con regocijo, con gratitud, leemos de pronto en cierto párrafo, en cierta línea, la confesión de nuestros secretos más guardados, de nuestros deseos más ocultos, de nuestras intuiciones más indecibles. Allí, entre las cubiertas de ese volumen que el azar (por así llamar a ese bibliotecario sagaz y perseverante) ha puesto en nuestras manos, estamos nosotros, singularmente, retratados en letras de fuego. Clásico, best seller, volumen desconocido hallado por casualidad, olvidado compañero de infancia o amigo de un amigo que pensó que nos gustaría leerlo, el libro bueno, el buen libro, en el sentido más profundo que podemos dar al término, es aquel que es bueno para ese lector único que todos somos, en medio de otros lectores únicos que comparten nuestra misteriosa devoción.
Invito a la conversación que ha suscitado la entrada sobre Sokal y el deber de tomar las pruebas en serio. El intercambio entre Adrían Romero y Aurelio Asiain revive el debate sobre la legitimidad de la burla como instrumento crítico. Recupero un apunte de hace unos años:
Tengo frente a mi un ejemplar de la revista que inició la burla legendaria. La revista Social Text con una portada negra que anuncia una edición consagrada a las “guerras de la ciencia.” Esla edición de primavera – verano de 1996, una edición doble. El último artículo es firmado por un profesor de física de la Universidad de Nueva York y lleva por título “Transgrediento las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica.” El artículo de Sokal era una bomba envuelta como argumento. Más que una explosión, una trompetilla. Camuflado en un caballo académico, el científico se colaba al territorio de los estudios culturales para exhibir su charlatanería. Sokal arremedaba la palabrería, la jerga, el sonsonete de un discurso académico que no pasaba la más elemental prueba de la lógica. El procedimiento era un sencillo método de cuatro pasos: amontonar citas de personajes venerados, hilvanar frases largas, enredadas y confusas para, finalmente, adoptar conclusiones agradables. “En la gravedad cuántica, como veremos, la diversidad del tiempo y del espacio cesa de existir como una realidad física objetiva; la geometría se vuelve relacional y contextual; y las categorías conceptuales fundacionales de la ciencia tradicional—entre ellas, la existencia misma—devienen problemáticas y relativas. Esta revolución conceptual, como argumentaré, tiene implicaciones profundas para el contenido de una futura ciencia posmoderna y liberadora.” ¡Salud!
Unas semanas después que el caballo de troya había entrado a la ciudadela de la academia posmoderna, Sokal salió al aire. En un artículo publicado en otra revista gritó a los cuatro vientos: los he exhibido, son ustedes unos farsantes. Están dispuestos a dignificar como seria cualquier frase que rinda homenaje a sus cantaletas y respalde sus prejuicios. La broma, por supuesto, indignó a quienes recibieron el pastelazo y fue celebrada a carcajada abierta por muchos otros.
Para seguir la discusión, valdría leer el ensayo de Steven Weinberg que publicó Vuelta unos meses después.
Decía Heidegger que construir es habitar y que habitar es cuidar. Cuidando la montaña en la que se posa, la casa Monterrey diseñada por Bernardo Gómez Pimienta, no es solamente una habitación para sus dueños, es también un regalo a la ciudad que ahora contempla los árboles y los pedruscos de su sierra bajo el signo de una edificación tutelar. Cada una de las cajas que la integran, parecen haber sido depositadas con suavidad sobre el cerro sin romper ni una rama de árbol. Si construir es cuidar, será también escuchar: por eso la arquitectura es el otro arte del oído. Diálogo de construcción y naturaleza. No es el sometimiento de lo silvestre al dictado de la razón, es el contrapunto del trazo y el azar: la inteligencia del hombre frente a la otra.
La casa ocupa su lugar en la montaña sin allanarla. Una silvestre exuberancia se entiende íntimamente con la exactitud matemática de la imaginación y de la técnica. Los caprichos del bosque son el contrapunto del exquisito esmero arquitectónico. La casa promulga así un claro manifiesto contra la jardinería, ese sometimiento de la vegetación al designio de navajas y equilibrios. Pinos, encinos, cedros, oyameles, zacatonales, yucas, uñas de gato, lechuguillas son—más que vecinos—cohabitantes de la casa. La inteligencia geométrica de Gómez Pimienta, la profunda sabiduría de sus formas se despliega aquí como una ambición comedida: el arquitecto maduro que entiende las fronteras de su arte admitiendo la colaboración del mundo.
La casa que acaba de recibir Medalla de Plata en la categoría de vivienda unifamiliar en la Bienal de Arquitectura Mexicana es una intervención corpulenta y, al mismo tiempo, sutil. Se muestra pero también se esconde. Ostensible a la distancia pero ligera, casi etérea desde el interior. Cada espacio encuentra su vocabulario, su material, su continente: madera, mármol, concreto, fierro. Cada ritual doméstico merece residencia inconfundible; cada cuarto, su envoltura: cada recinto recibe un abrazo único y sin prisa. Los espacios nunca se dan la espalda: se comunican con pasillos de contemplación. Hilos de luz, túneles de transparencia enlazan un cuerpo de células libres. La montaña se convierte de ese modo en la puntuación cotidiana de la casa. No hay conglomeración de aposentos, la arquitectura deja de ser asiento para volverse travesía. Paréntesis en la montaña unidos por la transparencia de una coma. La vitalidad de la casa reside en su régimen respiratorio: todo tránsito cotidiano absorbe al bosque. Desplazarse de la sala al comedor, del cuarto a la cocina es inhalar la montaña y exhalar arquitectura. Llenarse de mundo los pulmones. El paseo no es la excursión de quien sale fuera de la casa para perderse en el cerro: la casa es el paseo.
*
Desde el verano de 1922, Martin Heidegger vivió en una cabañita en las montañas de la Selva Negra. Abandonó la ciudad para habitar una soledad envuelta en bosque. Un cuarto de siglo después de aquella mudanza que marcó su filosofía escribió un texto al que tituló “El pensador como poeta”. Su casa, su pensamiento, su vida seducidos por la naturaleza y una arquitectura que la escucha:
Cuando la luz de la aurora crece en silencio sobre las montañas…
Cuando el molinillo de viento que está fuera de ventana de la cabaña zumba en la tormenta que crece…
Cuando a través de un jirón en el cielo con nubes de lluvia se desliza de pronto un rayo de sol sobre la penumbra de las praderas…
Cuando al comenzar el verano se abre una solitaria flor de narciso en la pradera y una rosa de las rocas brilla bajo el arce…
Cuando el viento, al cambiar de repente, murmura en las vigas de la cabaña y el tiempo amenaza con volverse desagradable…
Cuando en un día de verano la mariposa se posa en una flor y, con las alas cerradas, se balancea con ella en la brisa…
Cuando el arroyo de montaña en el silencio de la noche cuenta su caída sobre las piedras…
Cuando en las noches de invierno se desgarran en la cabaña tormentas de nieve y una mañana el paisaje se calla bajo su manto de nieve…
Cuando los cencerros de las vacas tintineas desde las laderas del valle de montaña conde los rebaños vagan lentamente…
Cuando la luz de la tarde, inclinándose en algún lugar del bosque, baña de oro los troncos de los árboles…
El filósofo, ciudadano de su cabaña, registra las confidencias naturales de las que brota la idea, la vida. El texto concluye en poema:
Los bosques se extienden
Los arroyos saltan
Las rocas permanecen
La niebla se difunde
Las praderas esperan
Brota la fuente
Los vientos viven
Bendiciendo a las musas.
La bendición de las montañas silenciosas, los milagros la luz, las amenazas del viento, los bailes de la brisa. Y las rocas que permanecen. Mudanzas del tiempo y la dura persistencia de la roca. La casa Monterrey de Bernardo Gómez Pimienta ha sido tocada por la misma musa. La arquitectura es la conquista física de lo intangible. Otra forma de nombrar lo inefable y, además, habitarlo.
En su poema “Cavar” Seamus Heaney enlaza su pluma a la pala de su padre y a la pala del padre del su padre. Ellos hacían de todo el cuerpo una palanca para entrar en la tierra y arrancarle papas. En la traducción de Ezquiel Zaidenwerg, leo:
El frío olor del moho de las papas,
el chapoteo en la turba empapada,
el filo de la pala cercenando
las raíces, me vuelven a la mente;
y sin embargo, yo no tengo pala
para seguir a hombres como ellos.Entre mis dedos índice y pulgar
cargo la pluma fuente.
Voy a cavar con ella.
La poesía de Heaney escarbando la tierra, como la pala de sus viejos. El nuevo libro del poeta irlandés, que ganara el Nóbel en el 1995 aborda esa misma fibra de la herencia, el mismo lazo que conecta a los hombres y a las cosas; los días y los mitos. Cadena humana se titula, justamente. Escrito tras el golpe de un infarto, la colección de poemas tiene, sin duda, un tono sombrío. El poeta se entrega al recuerdo, pero sobre todo, a los afectos esenciales de su vida: sus padres, su mujer, sus nietos, sus amigos. Se trata de un libro habitado por el pasado, por sombras y fantasmas, por trajes viejos que cuelgan en un armario, por casas donde conversa el silencio; por adioses y elegías. El cuerpo es la pesadez que otros cargan, bondadosamente. En un poema, Heaney recuerda los últimos días de su padre, como uno de los pocos momentos en que pudo estar cerca, físicamente, de él: lo ayudaba para ir al baño. En otro poema habla del milagro del auxilio: el prodigio de que otros, resbalosos por el sudor, lo carguen a uno y no lo suelten al vacío. Pero esa percepción de mortalidad es un despabilar de sentidos. El poema que abre la colección celebra estar despierto para presenciar la ceremonia de una ventisca.
Cadena humana es el menos político de sus libros. El compromiso se asomó muchas veces por las rendijas de este nacionalista irlandés, pero nunca fue vocero de una causa. Fue tan solo la voz de sí mismo. Jugando con el sonido de dos palabras herd y heard, subraya que el poeta debe ser escuchado, no la manada. No es la voz de la tribu, es una voz que la tribu oye. Cadena humana es una alabanza de nuestros vínculos de familia y amistad. Lazos precarios de los que brota un luz milagrosa. Sobrevivimos por el auxilio de los otros. La poesía, ha dicho Heaney reivindica un apetito de trascendencia en el hombre. Una sed de resurrección. En el poema más extenso del libro, Heaney habla de plantas y cementerios. La hierba hunde raíces en todas las dinastías de la muerte. Pero el pasto no descansa en paz: baila con el aire. La espada de hierba habla:
¿Me ves?—dice
“El viento
me entrena en los modos del mundo.Ondear está bien.
Permiso concedido.Anda, pues, ciudadano
del viento
Déjate ir.”
El poeta venezolano Eugenio Montejo escribió un poema recogido en su Fábula del escriba (Pretextos, 2006) donde lamentaba la vida de los pájaros en la ciudad. Pobres aves: asfalto, vidrio, cables alteraban su paisaje natural. Julio Trujillo escribió una réplica. Mutan los pájaros en las ciudades y se adaptan prodigiosamente. Esas palomas cuyo color ya no podemos identificar, son ratas aladas que se alimentan de las ruinas que producimos, tercamente.
Se adapta bien el pájaro y es cínico:
¿no te das cuenta que tu mano cursi,
de la que come sin rubor,
fue adiestrada por él discretamente?
Toda metrópoli, además, se desmorona:
es un festín de migas.
Un pájaro es un bicho,
todos somos,
tenemos lo que hay
–y seguimos volando.
En esas líneas puede encontrarse la clave de las crónicas que Julio Trujillo escribió semanalmente en el diario La razón paseando la ciudad de México. Somos, como esos pájaros, mutantes alimentados de las migajas que produce la aglomeración. El título del libro, Atajos y rodeos (Cal y Arena, 2015), viene de un poema que Bernardo de Balbuena le escribió, desde muy lejos, a la ciudad. El atajo de uno es el rodeo de otro, dice Julio Trujillo adivinando en el viejo poema el atasco de nuestras calles. Lo leo distinto. El atajo es el camino del que lleva prisa, el rodeo es el camino de quien no quiere arribar. Tomamos el atajo más feos o el más peligroso para llegar lo antes posible. Damos rodeos porque disfrutamos perdernos, porque el camino a veces es preferible a la reunión. La ruta y el paseo. Las dos aventuras están en estas crónicas pero prevalece, por supuesto, el gozo del paseante.
El recorrido de estas notas empieza con una pista cualquiera. Puede ser la pregrinación a una cantina o la búsqueda de una mojarra para la tarea de Santiago; puede ser la conversación del taxi, una nota en el diario de la mañana o la tala de un árbol. El cronista observa, escucha, indaga, medita. ¿Qué es un tope? “El punto cero de la civilización. Son embriones de muros, y nada hay más indignante que esos límites concretos levantados ante el fracaso de la política, es decir, de la conversación.”
No le han faltado cronistas a la ciudad de México. Dialogando con una tradición venerable, el cuaderno tiene una frescura peculiar. Es el asombro del poeta lo que distingue este libro de sus muchos predecesores. Lejos de la sociología urbana, el cazador de instantáneas sabe que la ciudad encarna en una torta, en un árbol masacrado, en las guerras del claxon. Estas notas, llenas de información, inteligencia y buen humor, son una celebración creíble de la ciudad. Escritura siempre gozosa. Alfonso Reyes terminó tosiendo con el polvo de aquella ciudad transparente. ¿qué le hicieron a mi alto valle metafísico?, preguntó en su palinodia. Eduardo Lizalde replicó al homenaje de Balbuena con un lamento:
Vengamos mal y tarde,
tenochcas
la afrenta de nuestros destructores.
Julio Trujillo no suelta ahí la pluma para documentar, como tantos otros, nuestra irremediable catástrofe. Es posible que la ciudad merezca todos los insultos y sin embargo, acá andamos: “aquí seguimos nosotros, pájaros de la urbe, volando bajo pero descubriendo rincones respirables, verdes que no han muerto, árboles que no han desaparecido.”
En 1972 la revista de poesía Crazy Horse entrevistaba a Charles Simic, un poeta de 34 años. El reportero empezaba con la misma pregunta que le hacía a sus entrevistados para poner el mantel de la conversación: ¿Me podría usted hacer un esbozo de su vida? La respuesta de Simic fue cortante: “No. Aborrezco las biografías.” Lo que importa de un poeta debe estar en sus poemas. Lo demás es chisme. Resulta interesante que el afanoso memorialista rechazara tan contundentemente la biografía. Su respuesta no eludía el recuerdo sino la cápsula que comprime una vida, la síntesis, el orden, tal vez, la cronología de su propia existencia. Pero nada está tan vivo en la obra de este poeta esencial de nuestro tiempo como su propia memoria: los recuerdos de su infancia, las voces de su familia, su insomnio, el tatuaje de sus pesadillas, las conversaciones antiguas, los sabores que no abandonan el paladar.
Simic no podría haberse despojado de sus recuerdos. Cuando tenía tres años, una bomba cayó en el edificio que estaba frente al suyo, en un barrio de Belgrado. No voló en columpios ni en resbaladillas. Jugaba en las ruinas de la ciudad. Si había una casa derruida que conservaba una escalera en pie, él y sus amigos lo convertían en el parque más divertido. Casi treinta años después de los bombardeos en Belgrado, Simic conoció casualmente a un hombre que lo había bombardeado. En un encuentro literario en San Francisco, Simic le comentó a un poeta norteamericano que regresaba de un viaje por Belgrado. Conozco muy bien esa ciudad, le comentó, dibujándole un mapa de la ciudad en el mantel. ¿Cuánto tiempo ha pasado ahí que la conoce usted tan bien?, le preguntó Simic. Nunca la he pisado, le contestó. Sólo la he bombardeado unas cuantas veces. Asombrado, Simic le reveló que en aquel entonces él vivía ahí, que lo había bombardeado. El hombre quedó conmovido y no dejaba de pedir disculpas. Simic restó importancia al asunto. Richard Hugo, ese piloto que se convertiría en poeta, le escribiría tiempo después un poema continuando su disculpa.
Simic suelta ahí el recuerdo y pasa a otra cosa. Los eventos más terribles son evocados con extraordinaria ligereza y sabiduría. En su poesía, lo trivial se entremezcla con lo más profundo. “Esto es lo que es la gran poesía: una magnífica serenidad frente al rostro del caos. Lo suficientemente sabia como para fingirse tonta.” Sus primeros editores protestaban por sus bichos y sus cucharas, pero él sabía, con William Carlos Williams, que las ideas sólo están en las cosas.
A Rafael Vargas debemos la mejor compilación de sus ensayos disponible en nuestra lengua. La editorial Cal y arena acaba de publicar El flautista en el pozo. Ensayos escogidos 1972-2003. La base de la compilación de Vargas parece ser Una mosca en la sopa, el soberbio libro de memorias que Simic publicó en 2003. A las memorias se le han agregado impecables ensayos sobre poesía escritos a lo largo de tres décadas. El flautista se puede leer así como uno de los cuadernos que Simic carga por todos lados. Una libreta sin mucho orden donde aparecen el aforismo, la crónica, el ensayo y el poema. La argolla que mantiene unidas todas las hojas de esta carpeta es, sin duda, la poesía. ¿Cuál es su vecindario? ¿Cuáles son sus vínculos con el tiempo, con el pensamiento? Mi tema, dice, es “la poesía en tiempos de locura.” Un lenguaje que no expulsa a la historia y se aferra al empeño de comprender.
Encuentro en Simic que la poesía auténtica acaricia la misma tela de la música: lo inefable. “La tarea de la poesía es encontrar maneras de señalar a través del lenguaje lo que no podemos poner en palabras.” Pero este lenguaje fastidia, incomoda. Tal vez sus pellizcos provean el mayor placer. “Lo mejor acerca de la poesía es que molesta mucho a los maestros, predicadores y dictadores, y a todos los demás nos alegra.”
El acontecimiento editorial del año fue el rescate de los inventarios de José Emilio Pacheco. Las legendarias columnas de Proceso firmadas por jep, finalmente reunidas. Tres volúmenes publicados por Era en donde puede recordarse uno de los genios del poeta: hacer la crónica del presente a partir de lo remoto, entender los hechos con los instrumentos de la imaginación, comprender la circunstancia escapando de ella. En la estupenda selección de Héctor Manjarrez, Eduardo Antonio Parra, José Ramón Ruisánchez y Paloma Villegas podrá encontrar el lector de hoy la mejor vacuna a esa cárcel de inmediatez que nos oprime. No hay pasado ajeno. Tampoco extranjería. Todos los tiempos, en este instante y en cada ser humano la circunferencia completa de las emociones.
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Dunkerque, la extraordinaria película de Christopher Nolan, retrata un inusual evento histórico: “una derrota militar con final feliz”. Así describe el historiador Michael Korda la huida del ejército británico de las costas francesas. La intensidad de la película no puede separarse del tiempo que corre. A la luz de Brexit, Dunkerque es una cinta que hace la épica de una nación que huye de Europa. Si algo destaca en la cinta es la ausencia del otro. Los alemanes acechan desde el primer instante pero no se ven. Se escuchan sus bombarderos pero no sus voces; se ven sus torpedos y aviones pero nunca sus rostros. Tampoco aparecen indios, que contribuyeron singificativamente al rescate. Max Hasting, al ver la cinta describió la actualidad política de la película: Dunkerque glorifica la soledad de la nación.
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De Poesía reunida de Ida Vitale que Tusquets publicó estre año:
Celebrar este árbol,
avizorar el hueco
que va a suplirlo pronto.
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No es infrecuente que las revistas tengan épocas, que vivan relevos, que cambien de piel. Lo raro es que renazcan. Eso puede decirse de la Revista de la Universidad de México. Bajo la conducción de Guadalupe Nettel, la revista es otra y vuelve a ser lo mejor que ha sido. A distinguirse de quienes no ven a su alrededor o de quienes lo hacen con indiferencia, convocaba la editora en la presentación del nuevo ciclo. Cada número propone un asunto para la conversación y lo aborda desde todas las disciplinas. El arte, la ciencia, la literatura explorando la identidades, la sobrevivencia, las rupturas y las pertenencias. En su nueva época, la RUM rescata voces que nos siguen hablando y ofrece un rico diálogo de percepciones. Lo mejor es que ha logrado desentonar con el coro de nuestra endogamia.
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Después de su poderosísima cinta, Fuerza Mayor, el sueco Ruben Östlund dirigió The Square. Un extraordinario talento tiene el director para provocar la incomodidad de su auditorio. Su cine coloca al espectador bajo la pinza de un experimento. Östlund nos llama a identificarnos con lo vergonzoso. The Square ganó este año la Palma de Oro de Cannes. Teniendo como escenario el arte contemporáneo, es mucho más que eso: una exploración de la insensibilidad de nuestro tiempo. El arte secuestrado por la retórica es buena metáfora de la hipocresía que marca nuestra era. Egos inflados con palabrería, vanidades de nobles intenciones, sumisiones de manada disfrazadas de genialidad artística.
HOLA ESTÁ INFORMACIÓN TE PUEDE INTERESAR.
SI ERES UNA PERSONA INTELIGENTE, CAPAZ Y TRABAJADORA, ERES HONRADO (A), QUE LLEGA TEMPRANO A SU TRABAJO Y SALES TARDE DE EL, QUE HACE COSAS MÁS ALLÁ DE LAS QUE TE CORRESPONDEN, SI TE GUSTA LO QUE HACES, PERO QUE AL MISMO TIEMPO TIENES UN JEFE O JEFA NEURÓTICO(A), QUE TE HUMILLA, GRITA, AMENAZA, TE CREA CHISMES, SE BURLAN DE TI, TE AISLAN DEL GRUPO, TE BAJA LA MORAL Y SIENTES QUE EN VEZ DE TRABAJAR VAS A LA GUERRA…
TE ACONSEJO LEAS UN POCO DE LA INFORMACIÓN, SOBRE EL TERMINO MOBBING, YA QUE NO HAY QUE DEJARSE NUNCA MÁS DE ESTAS PERSONAS QUE PERJUDICAN NUESTRAS ASPIRACIONES LABORALES Y PISOTEAN NUESTRA DIGNIDAD, HAY QUE SER MEJORES, POR FAVOR DENSE UNOS MINUTOS PARA LEER ÉSTO.
TAL VEZ LO CONSIDEREN UN POCO LARGO, PERO CREÁNME VALDRA LA PENA SABER ESO ANTES DE QUE NO HAYA MARCHA ATRÁS. GRACIAS
Hay una nueva denominación llamada MOBBING, que habla sobre la agresión picológica en el trabajo, por jefes y compañeros con personalidades perversas que pueden hacer insufribles las horas laborables.
¿Qué es el ‘mobbing’?
Acudir al trabajo puede significar para algunas personas llegar a un campo de batalla. Sufren tensiones de tal calibre que les parece que se adentran en una selva llena de peligros. En lugar de sentirse orgullosas de lo que hacen para ganarse la vida, sienten que van a librar una guerra, que siempre pierden. Y vuelven a su casa cada día más desanimadas, menos seguras de sí mismas.
Hay jefes y compañeros con personalidades perversas que pueden hacer insufribles las horas laborables. Si se tiene la mala suerte de padecer un ambiente intoxicado de rivalidad, enfrentamientos y descalificaciones, aparecen síntomas como insomnio, dolores de cabeza, de estómago y otras enfermedades que somatizan las graves dificultades por las que está pasando la persona afectada (disminución de defensas).
Siempre han existido ‘jefecillos’ odiosos, compañeros envidiosos y empleados ineptos que utilizan las relaciones laborales para solventar conflictos personales. Así, algunos llegan a crear un clima de Hostigamiento Labral = ‘psicoterror’ que acaba con la salud de los otros.
Minar la confianza
¿Puede sufrir cualquiera el ataque de un terrorista laboral? ¿Quién es la víctima más propicia del psicoterror?¿Quién es el agresor?
El acosador laboral es un perverso; la víctima, alguien que no sabe defenderse de forma adecuada. A veces es difícil responder a este tipo de personas, porque suelen utilizar maniobras complicadas de desenmascarar. El psicoterrorista rechaza la comunicación directa con la víctima del acoso y hace reproches hacia su carácter y críticas hacia su trabajo a través de intermediarios.
La desacredita por la espalda, intenta aislarla y destruir las alianzas que tenga con otros compañeros. Trata de minar su autoestima para después hacer que se sienta totalmente responsable de esa situación. La técnica que utiliza el perverso con su víctima es siempre la misma: le conduce a dudar de sí mismo a la mínima ocasión para anular sus defensas. La víctima de un acosador laboral puede llegar a estar tan confundida que acaba dándole la razón y le provoca sentimientos de gran desvalorización personal. El perverso no sólo persigue el poder, sino la utilización del otro como si fuese una marioneta. Coloca a su víctima en una situación de impotencia y después la destruye porque disfruta con ello. Las empresas utilizan, en muchas ocasiones, este modo perverso de actuar para librarse de aquéllos que les resultan incómodos. Al principio te hablan con buenas palabras pero por la espalda te dan las puñaladas, inventan cosas y obligan a la víctima a que haga cosas indebidas, usan tus problemas como una forma de manipulación, tales como piensa en tus hijos, tus rentas, tu futuro, te chantajean a tal grado que te vuelves su esclavo sin saberlo.
No es raro que busquen trabajadores independientes y con capacidad de decisión a los que, sin embargo, luego piden sumisión a un sinfín de acciones con las que no están de acuerdo, y siempre por el ‘bien de la empresa’. Sutil forma de chantaje, que muchas veces funciona por miedo a perder su puesto de trabajo o antigüedad.
El perfil psicológico de la víctima
La víctima suele tener rasgos opuestos a su acosador:
Es responsable y perfeccionista en su trabajo. Suele estar a disposición de la empresa, lo que apunta a una cierta forma de dependencia, es amable y tranquilo por Ende, ya que sus pensamientos están centrados en hacer el trabajo y su familia.
Es escrupuloso y tiene una marcada tendencia a sentirse culpable. Los acosados son personas que se sacrifican por los demás y se hacen responsables de más cosas de las que les corresponden. Su exagerada conciencia está ligada al miedo a fallar porque saben que es su trabajo y familia la que está de por medio.
· No es raro que el acosado tenga un sentimiento de inferioridad que le hace ser vulnerable ante un perverso. Posee una vitalidad que es la que vampiriza el perverso. Ataca su parte viva, dejándole sólo con la melancolía, y siempre sientiéndose mejor que la víctima y se aprovecha siempre de la necesidad de los que buscamos trabajo decente y bien hecho.
Perfil del acosador
El ‘psicoterrorista’ laboral:
El jefe o compañero de trabajo que acosa a un empleado tiene, las siguientes características personales:
Megalomanía: El acosador(a) se cree el punto de referencia del bien y del mal. A menudo, es moralizador: exhibe valores morales irreprochables (sabe actuar como si fueran unos santos), mientras descubre la maldad en los otros.
Falta de empatía: tiene una ausencia total de interés por los demás, aunque sí desea que los demás se interesen por él.
Vampirismo: el acosador laboral es también un vampiro pesimista; es envidioso e intenta apropiarse de lo que tienen los demás.
IRRESPONSABLE: atribuye a los demás sus propias dificultades y fracasos; así nunca es culpable de nada.
SOBRE TODO ESTO, TE PIDO QUE NO HAGAS LO QUE MILLONES DE PERSONAS HAN HECHO DURANTE AÑOS, SI UN JEFE TE TRATA ASÍ, NO EMPIECES A FALTAR, NO ARRUINES O MALTRATES TU LUGAR DE TRABAJO O PRODUCTOS, EVITA HABLAR A LA BUENA CON ESA PERSONA PUES NO ERES LA PRIMERA PERSONA QUE LO INTENTA, YA LO HAN HECHO MUCHOS Y HAN FALLADO, NO DIFAMES, NO CREES CHISMES, NO ROBES PERO SOBRE TODO, NO RENUNCIES Y EVITA QUE TE CORRAN Y NO PIENSEN EN VENGARSE, NO FUNCIONA.
SOBRE INFORMACIÓN ME ANTICIPO A COMENTARIOS HOSTILES A LOS QUE NO LES PARECE, COMO QUE SOY UN TRAUMADO, UN DÉBIL, UN PERDEDOR, ETC, NO IMPORTA SÉ QUE NO ES ASÍ, LO QUE SI IMPORTA ES NUESTRA DIGNIDAD, NUESTRA FAMILIA Y NUESTRO TRABAJO.
LO QUE SI DEBEMOS HACER DE INICIO ES COMENTAR A RH O A LOS DUEÑOS, SOBRE LO QUE PASA, SINO SUCEDE NADA Y TODO SIGUE IGUAL O TAL VEZ SEA PEOR, LA MEJOR OPCIÓN SIEMPRE VA A SER DEMANDAR LO MAS PRONTO POSIBLE, NO TENGAN MIEDO A LAS REPLESALÍAS, A QUE LOS CORRAN MENOS, BUSQUEN APOYO VERDADERO ENTRE COMPAÑEROS, SE QUE EL DINERO NOS LÍMITA MUCHO A HACER ESTAS COSAS PERO VALDRÁ LA PENA A FUTURO.
TENGAN EN CUENTA QUE EL JEFE ACOSADOR NO ES EL DUEÑO, NO ES ACCIONISTA, O AUNQUE DIGAN QUE ES EL CONSENTIDO DEL DUEÑO, NO IMPORTA, NO DEJA DE SER UN EMPLEADO, PORQUE SI DEJAMOS QUE ESTO SIGA SIENDO UN CIRCULO VICIOSO Y NO LO DETENEMOS, CREÁNME, SI RENUNCIAN ESTE JEFE NO LOS SEGUIRA, NO LO REGAÑARAN PORQUE TE HAYAS IDO Y MUY AL CONTRARIO TE ENTERARAS QUE LOS PREMIAN.
MIL VECES PEOR CUANDO BUSQUES TRABAJO, TE DIRAN QUE POR QUÉ TE SALÍSTE, POR QUÉ NO DURASTE MUCHO Y TENDRÁS QUE DECIR LA VERDAD O UNA MENTIRA QUE NO SABRÁS DECIR, Y NO TE DARÁN TAN FÁCIL EL TRABAJO PORQUE TE EMPEZARÁN A VER COMO INESTABLE, ASÍ QUE TODOS LOS QUE HAN RENUNCIADO POR ESTOS PROBLEMAS CON «JEFES» MALETAS Y PORQUE NO DECIRLO, COMPAÑEROS QUE TAMBIÉN LLEGAN A HACER LO MISMO Y PROVOCARAN QUE HAYA MILES EN LA CALLE BUSCANDO TRABAJO Y PROVOQUE MÁS Y MÁS DESEMPLEO. MEJOR QUE SE VAYA UNO Y NO MILES, PIENSALO DE FAVOR Y SI ERES, HAS SIDO VÍCTIMA DE ESTE SPICOTERROR, TE PIDO DE FAVOR QUE MANDES ESTE MENSAJE A LOS DEMÁS COMPAÑEROS PARA EVITAR EN EL FUTURO MÁS DE LO MISMO, Y SIN CHANTAJE LO DIGO: ES POR EL FUTURO Y BIENESTAR DE NUESTROS HIJOS -(AS).
ATTE: AMANT
Chucho:_
¿Por qué ya no publicas tus artículos de los lunes en tu blog? Yo no estoy suscrito al f’king Reforma.
A Chucho Silva o ya le da hueva hacer su blog (mensaje subliminal de esta foto), o es otra de esas vícitimas de terrorismo y acoso laboral (en el ITAM o en f’king Reforma), o se fue de voluntario a la campaña de Obama. Mejor lean al Oso Bruno, que está más mejor que nunca. (sí, «más mejor»)