En Fábula del escriba (Pretextos, 2006) Eugenio Montejo lamentaba la suerte de los pájaros en la ciudad. «¡Qué difícil ser pájaro en este planeta colmado de ciudades!» Julio Trujillo piensa lo contrario: toda ciudad se desmorona para volverse un plato de migajas.
«Carta de abril» de Eugenio Montejo:
¡Qué difícil ser pájaro
en este planeta colmado de ciudades!…
Primero, el arduo esfuerzo en cada vuelo
para acoplar alas y aires
entre cúmulos tóxicos que han de esquivarse a saltos
con lo que haya de ardid en el instinto.
Segundo, el alimento, tan escaso
cuando se sobrevive en estas calles.
A diario se exterminan los insectos,
quedan pocas arañas,
casi no hay granos ni de qué alimentarse.
¿Cómo cantar sitiado por el hambre?
Y lo peor, tercero:
procrear en un recodo, si se puede,
como aquí, por ejemplo,
en el balcón de nuestro viejo piso.
…Hasta ayer fue un silencio veloz,
dentro de los helechos, su presencia.
Mas hoy no sé qué ocurre allí en el nido
pues toda esta mañana
el macho viene y va, saltando,
y se oye sin cesar un pío agónico
de alguna queja incontenible
que crece y atormenta.
Es terrible tener tan poco cuerpo
y alzar tanto la voz –¿por qué?– sin tregua,
gobernar tanto nervio
y partir y volver entre las chispas de este abril
que en venas tan minúsculas
pone a correr toda su sangre verde.
«Estatuto del pájaro,» de Julio Trujillo:
El pájaro se adapta
extraordinariamente bien a la ciudad.
Me refiero al puñado
de plumas gris-café,
al pájaro abundante y urbanita
que posa su esqueleto en las cornisas.
¿No ves el contrapunto de los cables,
el súbito reposo
en la tensión de nuestras comunicaciones?
Yo veo la Fuente de Neptuno
y reconozco la mansión del pájaro
(que ya la está adornando
con sus tal vez felices cagarrutas).
E intuyo
–porque mi sonda es baja últimamente–
sus trazos en el cielo,
su muy fugaz cuadrícula y zumbante
que cubre una anterior caligrafía
(igual que una ciudad:
somos hermanos en el palimpsesto).
Se adapta bien el pájaro y es cínico:
¿no te das cuenta que tu mano cursi,
de la que come sin rubor,
fue adiestrada por él discretamente?
Toda metrópoli, además, se desmorona:
es un festín de migas.
Un pájaro es un bicho,
todos somos,
tenemos lo que hay
–y seguimos volando.
Y sin embargo, por algún motivo, la Ciudad de México es una de las más ricas en aves.
WWF lo plasma en éste libro, con la colaboración de Monsi: http://www.wwf.org.mx/wwfmex/archivos/bm/070509_libro_aves.pdf
[…] Pobres aves: asfalto, vidrio, cables alteraban su paisaje natural. Julio Trujillo escribió una réplica. Mutan los pájaros en las ciudades y se adaptan prodigiosamente. Esas palomas cuyo color ya no […]