En el blog filosófico del New York Times se publica una entrada sobre el amor y la muerte en la que Todd May reflexiona a partir de la película Groundhog day. La intensidad que asociamos al amor romántico exige futuro. Esa intensidad es, por supuesto, intensidad en el presente, pero también apunta a un destino. Si estuvieramos atrapados en el mismo día (como en la cinta) su pasión se diluiría. Por eso el amor romántico necesita a la muerte.
(creo que) el amor romántico no exige un futuro, solo la promesa de un futuro. porque, cuando el amor romántico llega a la ‘realización’ de futuro, se diluye o por lo menos se transforma en otra cosa. por eso es que solo se encarna y solo puede existir en el presente de la panza. en un ahora visceral permanente.
(creo que) el amor romántico no necesita la muerte, solo la vista hacia su propio infinite loop of (delicious) hell.
y como dijo el andalúz: los amores que matan, nunca mueren.
voy a leer la entrada, gracias por la recomendación.
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