–La marihuana—me decía don Ramón—me ahorra el trabajo de regresar a mi casa cuando salgo del café a las tres de la madrugada, porque simplemente ordeno: “Que se eche a andar la calle y que mi casa venga por mí”, y mi casa se me va acercando como un barco.
9.VI.1958
Alfonso Reyes, Anecdotario, Era, 1968